jueves, octubre 21, 2010

Un Traje de Franela

Sumido en un desmejorado y disminuido estado de conciencia. Así me encuentro. Perdido.

Sin rastro de raciocinio y sin gasto de racionamiento, no miento cuando digo que escribo recostado, mal parado, sin aliento.

Párrafo tras párrafo no cejo, ni pestañeo, con la onda de la ñ pronunciada, alterna, exagerada.

Y un espacio tras otro, comenzando éste con y, como tantas veces comienzo frases para goce y deleite nada más que propios. Pues el humor no entra hoy, aunque quepa, debido, quizás, a la excesiva y saturadora presencia de comas, minúsculas rayitas a falta de una mejor definición que ahora no encuentro, ni tan siquiera busco, cegado como estoy por el brillo singular que me ilumina, ciega y deleita, palabra hoy quizás ya muy trillada, en otras ocasiones denosta, likewise, anglicismo que ni se me subraya en rojo y se me desangra el ojo cuando lo miro.

Qué extensión. Qué maravilla.

Y de nuevo la y aparece y me guía, desconectado como estoy. Y deleita. Y añade. Y repite. Y restallan violentamente las llamas en mi mente.

Puesto que hoy no he soñado, me paro, borro, corrijo, exijo. Pero decido, y si mis anhelos, preciosa palabra, se resquebrajan como el hojaldre de aquella tarta, ahora en el cielo de las tartas. Y el rojo lo invade todo, por mucho azul que trate de frenarle. Hablamos sólo de colores, sensaciones tan a la vista como tornasoles.

El sentido es único, si uno quiere. O puede que no. Y no se explica, y tiene lírica.

Lo tengo asumido.

1 comentario:

Slivs dijo...

Señor M, es Ud. un poeta...
Bravo, bravíssimo!